sábado, 11 de agosto de 2012

Vendedores de miedo

Cierro los ojos en este avión e imagino tu etérea cara, sin forma definida. Tu tez blanca me ilumina, tus ojos claros y oscuros a la vez me llaman mediante unos quietos movimientos invisibles.
No te conozco y creo que tampoco quiero hacerlo. Hasta me da miedo soñarte, verte a mi lado de una forma totalmente irreal pero que parece estar ocurriendo dentro de mi universo perpendicular.
Sin embargo miro el reloj y veo que ya es tarde, viajo sobre una nube negra que no para de protestar y de llorar pensamientos reclusos de la imaginación.
Intento trasladarme, viajar a través de mis neuronas. A pesar de mis esfuerzos noto como me cuesta moverme, siento como si una serie de recuerdos borrosos me quieren atrapar entre sus espinas, impidiéndome avanzar. Es como si aquellos besos solo fueran dientes incrustados en mi piel, como si tus caricias solo fueran arañazos profundos y sangrantes, como si esas miradas fuesen demasiado profundos y me produjesen dolor de cabeza.
Ahora me ahogo en mi dolor ácido de garganta, producido por mojar esas canciones, tan dulces un día, en leche caducada.
Y mientras Eric Clapton me devuelve a la realidad con sus perfectos acordes, voy alejando el bolígrafo de mi cuaderno en el que me escondo.
Siempre quise escribir una historia en la cual la protagonista fuese un chica normal, indecisa, algo estúpida e indiferente. Pero resulta que me doy cuenta de que en realidad solo me describo a mi misma, intentato llenar un vacío que cada vez parece más grande, y que nunca existió.
Intento empezar, caminar fijándome a cada instante y a cada segundo, pero me es imposible, el vuelo de una mosca me ha distraído.
El canto de un pájaro me ha enamorado, como cada noche al marcharse el Sol.


"Pode que só sexa unha rapaza con moito tempo de lecer..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario