lunes, 29 de agosto de 2011

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-Cuéntame un secreto de esos escritos en verso, hazme sentir feliz, arráncame a manotazos esta sensación masoquista e inútil que rodea mi ser, formando una niebla negra que me ahoga a cada instante.
+Sabes que eso siempre se me ha dado mal, soy una persona introvertida, estúpida y, en resumidas cuentas, una mala persona. Pero mi mundo se llena cada vez que estás a mi lado, es una sensación indescriptible y demasiado rara para que yo la pueda llegar a sentir.
-Lo sé, pero me sirve con una caricia, una mano entre las mías, un beso en la mejilla, una mirada perdida. Creo que eso si que se te da bien. Sólo necesito un secreto que no tenga que ver con todo lo que me está ocurriendo ahora mismo. Te contaré uno yo: querer es una palabra obsoleta, no significa nada cuando se la dices de broma a tus amigos, pero si que cobra sentido cuando se la dices tímidamente a una persona, no especial, si no única, al oído, mientras suena esa canción que te pone los pelos de punta. Digamos que con esto pretendo expresar que te quiero demasiado.
+Vale me has convencido, te contaré uno, más bien es un secreto personalizado que me lo repito cada vez que pienso en ti. Digamos que este puede ser el único secreto "opinado" en el que tenga razón: nunca se quiere demasiado a una persona, esas dos palabras no pueden coexistir en una misma frase. El querer es una sensación, un sentimiento, un algo que tú piensas sobre alguien y que nunca es para decir demasiado, si no mucho.


"Pode que só sexa unha rapaza con moito tempo de lecer..."