Pretendes ser un autómata más, un guiado de la rutina, un
trapo tirado en un patio interior que pasa desapercibido hasta que desaparece
con el tiempo.
Sin embargo tus zapatos te delatan, has caminado demasiado,
con pasos de plomo, sobre unas Martens sin punta de acero.
Me han dicho que nunca debería haberte conocido, y por el
contrario necesito hacerlo. Tu sinceridad se me antoja como una vela encendida
en una noche fría, en la que me acuesto bajo mis mantas llorando por un ficticio
miedo.
Un pan multicereales me recuerda que me levante, que deje de
soñar con canciones tristes y cielos azules que se rompen con cada relámpago
destelleante y ensordecedor.
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